Sus amigos quisieron darle una mano al médico Hugo Moyano

15/11/2014

Juan Cruz Varela Es un dato conocido que durante la represión ilegal hubo médicos que asistían a los detenidos políticos mientras eran torturados, también hubo algunos que participaban de acciones de tortura psicológica y otros que confeccionaban certificados de nacimientos o defunción falsos. Eso ocurrió en Paraná. Juan Cruz Varela Es un dato conocido que


Juan Cruz Varela

Es un dato conocido que durante la represión ilegal hubo médicos que asistían a los detenidos políticos mientras eran torturados, también hubo algunos que participaban de acciones de tortura psicológica y otros que confeccionaban certificados de nacimientos o defunción falsos. Eso ocurrió en Paraná.

La supervisión de la tortura desde una perspectiva médica consistía en la evaluación de la capacidad de las víctimas para soportar un tratamiento cruel; pero también comprende el tratamiento posterior de las lesiones causadas por la tortura o, mejor dicho, no denunciar las torturas, dejando de este modo a la víctima a merced de sus verdugos.

Los profesionales de la salud que prestaron sus conocimientos a la dictadura en todo el país han sido calculados en más de mil. La mayoría permanece impune. Se trata, sin dudas, de un sector muy importante que la Justicia todavía no vio.

Hugo Mario Moyano, médico de profesión, es el único civil imputado en la megacausa Área Paraná, cuyo juicio escrito se tramita por estos días. Está acusado por la imposición de severidades, vejaciones y apremios en perjuicio de siete ex detenidos políticos; y por la aplicación de tormentos contra tres personas.

Agente civil médico

Moyano nació en Santa Fe el 16 de noviembre de 1948. Llegó a Paraná en 1973, con 24 años, y enseguida comenzó a trabajar como médico de la Fuerza Aérea Argentina, según dijo, “por la sola razón de una necesidad económica”. La misma motivación lo llevó, en 1976, ya consumado el golpe militar, a ingresar al Servicio Penitenciario como médico de las cárceles paranaenses. “Era muy joven, recién recibido, necesitaba trabajar, hacerme de un buen nombre en la sociedad”, intentó justificarse hace unos años ante la justicia.

Atravesó la etapa más dura de la represión ilegal como agente civil de la Fuerza Aérea, hasta 1979, y abandonó su tarea en las unidades penales recién cuando el gobierno constitucional lo obligó a optar entre eso y su trabajo en los hospitales públicos.

Ayer, en una sala de audiencias todavía ganada por la conmoción a raíz de la acción intimidatoria contra una de las abogadas querellantes, declararon dos amigos de Moyano, un médico y un veterinario, que lo conocen desde sus épocas de estudiante.

Miguel Manassero, de profesión veterinario, se reconoció como “amigo” de Moyano; y Julio Uncal, médico anatomopatólogo, dijo tener solo una relación “de tipo profesional” con el imputado. Sin embargo, ambos admitieron lo visitaron mientras estuvo detenido en la cárcel, y en el caso de Uncal también en su rehabilitación por una operación lumbar y en su departamento donde cumple arresto domiciliario.

Lo más trascendente fue que en el año 2010 suscribieron una carta de apoyo a Moyano y se comprometieron como “fiadores” para el caso de que obtuviera la excarcelación. El querellante Marcelo Boeykens adelantó que podría solicitar su “tacha” por falta de imparcialidad a raíz de esa circunstancia, que ambos admiten, aunque dicen recordar vagamente. “Es un amigo, si me lo pidió, debo haberlo firmado”, dijo Manassero. “Quería darle mi apoyo y reconocimiento”, acotó Uncal, más convencido.

Perfume y anteojos

Por lo demás, sus declaraciones fluyeron acerca de la relación que tenían con Moyano y los rasgos físicos y de personalidad del médico imputado por crímenes de lesa humanidad. Ambos coincidieron en que Moyano “usaba anteojos de marco robusto y oscuro” en forma permanente, creen que por una miopía; que era de contextura grande (“corpulento”, dijo Uncal); morocho, de pelo negro peinado con una raya y hacia atrás.

En lo central de la estrategia defensiva, Manassero y Uncal destacaron que Moyano ya en aquellos años no podía utilizar perfumes ni lociones porque le provocaban una reacción alérgica. Ambos dijeron haberle visto “varias veces” esa afección y Uncal precisó que “en una consulta que hizo le dijeron que era una dermatitis de contacto”.

Tanto el uso de anteojos como de perfume son aspectos sobre los que Moyano hace especial hincapié para controvertir los testimonios de los detenidos políticos que lo ubican en las sesiones de tortura y lo reconocen por ciertos aromas. “Uno estaba en ese lugar, donde todo era una mugre, y cuando se acercaba esa voz que decía que había que parar (la tortura), se le sentía el olor a limpio, a aseo”, refirió Juan Domingo Wursten unos días atrás. “Tenía un olor como a limpio, como si estuviera recién bañado”, recordó Mariana Fumaneri esa una voz, que cree era Moyano, en la casita cercana a la Base Aérea mientras era torturada.

Manassero dijo haberlo conocido cuando eran adolescentes, a través de un hermano liceísta de Moyano, aunque comenzó a tratarlo con mayor asiduidad a partir de 1983, hasta forjar una amistad. Ayer lo describió como “una persona limpia” y que “siempre vestía prolijamente”. Uncal, por su parte, lo conoció en Córdoba, donde ambos estudiaban, volvió a encontrárselo cuando se instaló en Paraná, en 1979, y lo frecuentó más a partir de que comenzó a trabajar en el Servicio Penitenciario, donde ya revistaba Moyano. “Vestía siempre de ambo o chaquetilla”, dijo. “Era amable en el trato”, acotó enseguida.

Complicado

Uncal es médico especialista en Anatomopatología y llegó a la sala de audiencia como un testigo ofrecido por Moyano, pero el interrogatorio varió en un momento hacia las distintas reacciones de un organismo en situaciones de tortura.

–¿Cómo es la reacción del corazón de una persona que es sometida a una situación de apremios, vejaciones y torturas? –quiso saber el juez Leandro Ríos.
–En ese caso puede haber un aumento de la presión y eso podría llegar a resentir un corazón dañado. Un médico podría llegar a sospechar que la persona está mal, pero es difícil estimar cuándo va a venir una situación de paro cardíaco.

–¿Y cuál es el riesgo para el corazón de una persona que está siendo sometida a pasajes de corriente eléctrica por el cuerpo?
–Esa situación aumenta el riesgo de infarto porque si se excede puede provocar una fibrilación ventricular que si no se revierte en poco tiempo, pasa al paro cardíaco. La fibrilación es un cambio brusco en el ritmo cardíaco, son latidos a alta frecuencia, pero ineficientes, a tal punto que no permite detectar el pulso de una persona.

Su respuesta no es la de un especialista, pero no dejó bien parado a Moyano.

La trayectoria del doctor

Moyano llegó a Paraná en 1973. Inmediatamente se incorporó como médico de la Fuerza Aérea y luego como concurrente del Hospital Pasteur, que era el nosocomio en el que se atendía a los pacientes con tuberculosis.

Con la llegada de la dictadura, Moyano se convirtió en agente civil del Servicio Penitenciario de Entre Ríos, entonces a cargo del suboficial José Anselmo Appelhans. En ese rol, era el encargado de revisar las condiciones de los presos políticos después que eran torturados en los centros clandestinos de detención, aunque en sus informes nunca constaba el estado deplorable en que se encontraban. Más aun, algunos sobrevivientes aseguran haber sido atendidos por Moyano en los intermedios de las sesiones de tortura.

En los libros de guardia del Servicio Penitenciario constan las periódicas salidas de los detenidos para ser atendidos en el Hospital Pasteur, que para esa época ya había sido trasladado a calle Brasil y López y Planes, donde actualmente se encuentran los galpones de la Dirección Provincial de Vialidad (DPV).

A la vuelta de la democracia, Moyano siguió desempeñando su labor en los hospitales públicos y en clínicas privadas de Paraná. En su indagatoria, en el año 2010, se jactó de que en sus computadoras “hay 19.000 pacientes ingresados”, por ejemplo.

Habrá festejado en 1987 la sanción de la ley de obediencia debida. La norma establecía que Moyano, y otros acusados por delitos de la dictadura, había obrado “en estado de coacción bajo subordinación a la autoridad superior y en cumplimiento de órdenes” sin posibilidad de oponerse a ellas, por lo que fue desprocesado de la causa judicial que estaba en trámite.

Entonces asumió un activo rol social a través de instituciones intermedias de Paraná, como el Rotary Club, del que llegó a ser presidente por el voto de sus asociados entre 1998 y 1999; también presidió la Sociedad de Otorrinolaringología del Litoral, en 1991 y 1992; entre 1996 y 2003 fue docente de la Unidad Docente Asistencial de Medicina (UDAM) de Paraná, dependiente de la Facultad de Medicina de Rosario; y estuvo a cargo de la Sociedad Entrerriana de Otorrinolaringología en 2005 y 2006.

Moyano pasó años sin sobresaltos. Hoy vive otra realidad: detenido y juzgado.

Fuente: El Diario.